12 de febrero de 2024
La crisis de sequía que puso en evidencia la fragilidad del canal de Panamá
Lo que ocurre en Panamá nos recuerda una realidad que a veces olvidamos: lo que pasa en ese pequeño país puede afectar a millones de personas a miles de kilómetros de distancia. Panamá tuvo en 2023 un año récord de altas temperaturas. Sus lagos y ríos llegaron a niveles mínimos históricos, lo cual ya es suficientemente grave en cualquier parte, solo que en el istmo el agua tiene una importancia adicional. Y es que esos lagos y ríos alimentan una de sus fuentes de ingresos más importante: el canal interoceánico.
Sin sus aguas no funcionan las esclusas por las que cruzan los barcos que transportan nada menos que el 6 por ciento del comercio mundial. Unas aguas que, al mismo tiempo, escasean para el suministro de millones de panameños.
Solo el canal de Suez, con el 10 por ciento de los cargueros del planeta, supera el tráfico del canal de Panamá. Pero hay una gran diferencia entre los dos. El primero no necesita inyectar agua para funcionar, ya que básicamente es una zanja que conecta los mares Rojo y Mediterráneo. Pero el segundo funciona con un sistema de esclusas (una especie de piscinas) que sirven de escalones para que los barcos alcancen el artificial lago Gatún, en el centro de Panamá y a 26 metros sobre el nivel del mar. Para ello, hay que llenar las esclusas con agua dulce.
Para que cruce un solo barco por el canal de Panamá es necesario inyectar 200 millones de litros de agua que no se recupera: termina en el mar. Además, el proceso genera una salinización del lago Gatún, que también abastece de agua potable a gran parte del país.
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Tomado de: El Tiempo.